viernes, 4 de febrero de 2011

El voto electrónico: una inversión para el futuro


En algunos países latinoamericanos como Colombia, México y Ecuador, hasta ahora se empiezan a evaluar las ventajas que podría representar la migración a este nuevo sistema.
Una barrera común frente a la adopción de los avances tecnológicos, es la falta de conocimiento sobre su implementación, razón por la cual siempre aparecen detractores que, bien sea por dudas fundadas o por desconocimiento, pueden llegar a considerar estas innovaciones como herramientas dudosas, y generan polémica alrededor de su uso.

Sin embargo, al tratarse de un tema tan importante como la migración a un nuevo sistema de votación, que sirva de soporte al proceso democrático en los países de su adopción, es lícito y necesario que se brinden las explicaciones oportunas para poder entender y asumir el cambio.

Una de las objeciones obvias a los sistemas de votación automatizada, es el costo que puede representar la migración de un sistema tradicional (que hace uso del papel y requiere de la participación de un enorme componente humano) a uno en el que los datos son almacenados y transmitidos electrónicamente, sin uso de papel, y con menos personal (aunque más calificado) trabajando en el proceso.

Según Jorge Luis Yrivarren, Gerente de Sistemas e Informática Electoral de la Oficina Nacional de Procesos Electorales del Perú, con este mecanismo se reducen o eliminan costos de papel y de número de mesas de sufragio.

Mientras tanto, los expertos mexicanos afirman que, aunque el voto electrónico pueda implicar una alta inversión durante su implantación, representa un gran ahorro en el largo plazo. Esta transformación tecnológica requiere del desembolso de altas sumas de dinero para invertir en equipos, formación del recurso humano, y en educación electoral para la adaptación de los votantes. Sin embargo, una vez que el sistema está automatizado, los gastos disminuyen considerablemente para los futuros procesos, y estos se reducen al mantenimiento de la plataforma tecnológica, al transporte de las máquinas de votación, y a su almacenamiento, mientras que se eliminan los costos de impresión de tarjetones, adecuaciones de mesas, y personal necesario para desplegar los comicios.

No debe dejar de considerarse la dimensión ambiental que se deriva de este sistema, en el que no es necesario el gasto de papel, ni de cubículos elaborados en cartones gruesos, como es el caso de las mesas de votación en Colombia.

La decisión de migrar a un nuevo sistema de voto debe tomarse no sólo a la luz de supuestos, sino también en atención a las experiencias exitosas de otros países. Por ejemplo, las últimas elecciones de 2004 le costaron a Venezuela (país que utiliza máquinas de votación de Smartmatic sensibles al tacto que imprimen comprobantes de votos) entre 15 y 20 millones de dólares menos, respecto a los costos por elección que hubiese requerido la tecnología anterior a Smartmatic.

Si bien es cierto que cuando se habla de votación automatizada, la inversión inicial es elevada, pues incluye tanto la adquisición del equipo electrónico como la capacitación de las autoridades electorales y educación para los votantes, también es cierto que a mediano y largo plazo un sistema electrónico de votación reduce los costos de toneladas de papel y material físico, traslado y resguardo del mismo. Además, un proceso automatizado reduce la cantidad de mesas de votación necesarias por precinto electoral. También se reducen los costos asociados con los recursos humanos, pues se requiere menos personal.

Hacia el futuro estas ventajas representarán menores inversiones y un gradual avance de la sociedad hacia sistemas electorales más seguros y eficaces. En síntesis, aunque la conversión tecnológica que supone la migración hacia un sistema de voto electrónico pueda ser alta en el corto plazo, debe pensarse como una gran inversión, sobre todo en lo que tiene que ver con el avance hacia sistemas verdaderamente democráticos y transparentes. Es decir, no se trata solamente de una inversión económica, sino ante todo de una inversión social.

Por eso es necesario seguir ofreciendo información que permita evaluar las ventajas, y preparar a los gobiernos para una transformación, que a la postre tendrá lugar en todos los sistemas democráticos del mundo.


Otras ventajas

•La implementación de un sistema electoral automatizado disminuye el tiempo necesario para la instalación de las mesas de votación pues se utiliza menos material físico y menos personal en el monitoreo del acto electoral. Esto se traduce en un proceso de votación más ágil y menos engorroso para el elector.
•Luego de llevado a cabo el sufragio, la totalización de los resultados puede llevarse a cabo en cuestión de minutos, dependiendo de la modalidad de envío de datos y tabulación escogida por las autoridades electorales. En un proceso manual el tiempo de totalización es considerablemente mayor por la cantidad de votos y variables a considerar en cada proceso.
•La rapidez a la hora de votar resulta en un estímulo para la participación ciudadana. Además los sistemas automatizados pueden contar con mecanismos para ayudar a los votantes con discapacidades o analfabetos a votar por sí mismos, sin violar el derecho al secreto del sufragio.
•Finalmente, un sistema automatizado de votación bien diseñado permitirá múltiples auditorías que garanticen la confiabilidad de los resultados y, a su vez, otorguen mayor legitimidad a los gobernantes electos.


jueves, 3 de febrero de 2011

Mi proceso formativo en el sena

Para mi el sena a sido una institución excelente donde nos formas con valores éticos y profesionales se diferencia de mucha otras instituciones. ya que el sena nos hace mas prácticos  dándonos un buen desempeño de aprendizaje.

El sena es una gran ayuda para los colombianos ya que los asesoras para ser unas personas innovadoras e independientes y tiene carreras que en algunos casos son únicas, el sena es mejor tanto a nivel personal como profesional.